En un taller ubicado en Villa María del Triunfo, se
gesta uno de los secretos mejor guardados de la moda en Perú: calzado femenino
de alta gama hecho 100% en el país, con estándares internacionales y una
esencia profundamente artesanal. Se trata de Gino Bigioni, la marca peruana
liderada por David Gutiérrez, un emprendedor que decidió transformar su
historia familiar en un proyecto que hoy emplea a más de 40 personas y va
camino a convertirse en un referente de diseño y calidad.
“Gino Bigioni es el nombre de un italiano que vino
de Florencia hace muchísimos años y fue maestro de mi papá. Él nos enseñó este
arte con materiales y técnicas adelantadas a su época, y quise honrarlo
continuando ese legado”, explica Gutiérrez, quien creció rodeado de cueros,
hormas y pasión por el calzado.
La marca, que inició hace apenas cuatro años, se ha
ganado el reconocimiento del sector gracias a su apuesta por el trabajo manual,
el uso de materiales de altísima calidad —muchos importados directamente de
Europa— y un enfoque en el diseño exclusivo para mujeres.
“El amor por este arte lo tengo desde niño. Pero
emprender en esta industria en el Perú no es fácil. No hay centros de formación
ni apoyo institucional. Aquí uno tiene que aprender todo en el camino y formar
desde cero a su propio equipo”, comenta.
Y su equipo es, sin duda, una de las joyas más
valiosas del proyecto. Mujeres que antes eran cosmetólogas, enfermeras o
lideraban comedores populares hoy se desempeñan como artesanas expertas, tras
haber encontrado en Gino Bigioni una segunda oportunidad. “Me enorgullece haber
formado un espacio inclusivo. Me dijeron que en zapatería solo trabajaban
hombres, pero aquí la mayoría son mujeres, y hacen un trabajo fino, minucioso,
impecable”, destaca.
Actualmente, el taller da empleo a entre 30 y 40
personas de forma estable, y hasta 60 en temporadas altas. Gino Bigioni también
externaliza trabajo artesanal a mujeres de provincias, fomentando así el
desarrollo económico en otras regiones. “Para mí, generar empleo es tan
importante como hacer un buen zapato”, afirma.
Pero David no se detiene ahí. Entre sus metas está
abrir su propio atelier y, a largo plazo, cadenas de tiendas físicas donde
pueda exhibir el verdadero valor de su producto. “No me puedo morir sin haber
hecho eso. Quiero que Gino Bigioni esté en cada esquina del país, y que se
reconozca el valor del trabajo hecho en Perú”.
En un mercado donde abundan los productos
importados o de fabricación masiva, Gino Bigioni apuesta por lo contrario: lo
hecho a mano, lo ético y lo sostenible. “Usamos cueros vacunos naturales y
químicos a base de agua. Es más sostenible que el sintético, que en realidad
contamina muchísimo más de lo que la gente cree”, aclara Gutiérrez, quien ha
estudiado a fondo el impacto medioambiental de cada insumo.
La ética también es parte esencial del ADN de la
marca. “Hacer las cosas bien, sin copiar ni hacerle daño a nadie. Esa es mi
filosofía. Ayudo a quienes empiezan, aunque a veces no recibo lo mismo de
vuelta. Pero eso no me desanima. Mi enfoque es construir, no competir de forma
desleal”.
Finalmente, al ser consultado sobre qué mensaje
daría a otros emprendedores, David lo tiene claro: “Perseveren. Rodéense de
gente buena. Y no tiren la toalla. Si ya empezaron, no se detengan. Porque
cuando uno ama lo que hace, tarde o temprano llega el momento de florecer”.
Con visión, talento y un corazón que late por la
industria del calzado, Gino Bigioni demuestra que desde cualquier rincón del
país —incluso desde Villa María del Triunfo— es posible crear productos de
clase mundial y transformar vidas a través del trabajo.