En un distrito donde cada día cuatro mujeres son
víctimas de violencia, las adolescencias organizadas están demostrando que es
posible transformar la realidad, empezando desde sus propias comunidades. Villa
El Salvador, como muchos otros distritos de Lima, enfrenta cifras alarmantes de
violencia de género. Solo en 2024, el Centro de Emergencia Mujer (CEM) atendió
1,818 casos, de los cuales el 82.2% correspondieron a mujeres, y casi un 30%
eran menores de 17 años. A esto se suma un dato que no podemos normalizar: en
todo el país, se registraron 104 embarazos adolescentes cada día, una cifra que
refleja las brechas estructurales que afectan especialmente a niñas y
adolescentes en situación de vulnerabilidad.
Frente a esta situación, algo poderoso está
ocurriendo: adolescentes de Villa El Salvador han decidido tomar la palabra,
organizarse y liderar procesos para defender sus derechos, prevenir la
violencia y construir una vida digna y libre de estereotipos.
Una
iniciativa que pone sus voces al centro
Desde el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán,
en alianza con la Fundación Adsis, se ha impulsado el proyecto “Voces al
Poder”. Esta iniciativa ha llegado a más de 4,000 adolescentes, quienes han
participado en ferias, talleres, réplicas comunitarias y acciones lideradas por
sus propias colectivas. Lo que comenzó como una serie de encuentros formativos
se ha convertido en un espacio de empoderamiento colectivo y transformación
profunda.
Resultados
que hablan de cambio
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Los avances son contundentes y demuestran que,
cuando se confía en las adolescencias y se les brinda información y
herramientas, pueden generar cambios sostenibles:
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El 96% reconoce sus derechos sexuales y
reproductivos.
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Casi el 100% identifica los celos, el control y el
aislamiento como formas de violencia, y no como expresiones de amor.
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La valoración del liderazgo femenino se elevó del
21% al 91%, mostrando una ruptura con estereotipos que aún persisten.
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Un 90% afirma que la Educación Sexual Integral
promueve la igualdad, y el 96% la considera esencial para tomar decisiones
informadas y autónomas.
Una
colaboración que trasciende
Este proceso no ha sido aislado. Se ha trabajado de
manera articulada con instituciones educativas, centros de salud, autoridades
distritales y aliados estratégicos. Gracias a esta colaboración, ha sido
posible integrar enfoques de derechos en la atención, la prevención y la gestión
pública local, con la participación activa de profesionales de la salud,
psicología y desarrollo adolescente.